miércoles, 9 de enero de 2008

4 de febrero de 1992

EL DIA QUE EMPEZO LA INFAMIA . . .


Entre los días 3 y 4 de febrero de 1992 un golpe militar fallido intentó derrocar al entonces Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. Estuvieron comprometidas en la asonada, guarniciones militares de los estados Aragua, Carabobo, Miranda, Zulia y el Distrito Federal. El alzamiento—denominado Operación Zamora—se inició en la tarde del día 3 y estalló en la noche, al retornar al país el presidente Pérez, luego de su participación en el Foro Económico Mundial, en la ciudad de Davos (Suiza). Los responsables eran miembros de una agrupación clandestina existente en el seno de las Fuerzas Armadas, conocida como Movimiento Bolivariano MBR-200. Dicha organización fue fundada en 1983 por los entonces capitanes del Ejército Hugo Chávez Frías, Felipe Acosta Carlés y Jesús Urdaneta Hernández, quienes se desempeñaban como instructores de la Academia Militar. Debido a que entre sus miembros figuraban oficiales de graduaciones medias tales como comandantes, mayores, capitanes, tenientes y tenientes-coroneles, dicho movimiento se conoció como COMACATE. Asimismo, buena parte de los integrantes pertenecían a la promoción Simón Bolívar, la cual egresó de la Escuela Militar en 1975.

En relación a las razones argumentadas por los oficiales golpistas, tenemos que las mismas eran la gestión política y económica del Presidente Pérez; el descontento de los sectores medios y bajos de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares; la subordinación de las Fuerzas Armadas a un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto; la utilización de las Fuerzas Armadas, en particular el Ejército y la Guardia Nacional, en la represión de los disturbios del 27 de febrero de 1989; el cuestionamiento a la posición sostenida por el presidente Pérez en las negociaciones relativas a la delimitación limítrofe con Colombia; el deterioro de las condiciones socioeconómicas de la oficialidad media y baja de las tropas; y el empleo de las Fuerzas Armadas en labores como repartición de útiles escolares, becas alimentarias, campañas de vacunación y de arborización. De acuerdo con los alzados su acción estaba justificada por la interpretación del artículo 132 de la Constitución Nacional de 1961, según el cual se consagraba a las Fuerzas Armadas la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a las leyes, el cual estaba siendo vulnerado por el Gobierno de Pérez. No obstante, a pesar de lo anterior en entrevistas concedidas a la prensa, lo golpistas señalaron que lo mismos estaban conspirando desde hacía 10 años antes, aproximadamente durante el gobierno de Luis Herrera Campíns.

Los principales dirigentes de la acción golpista fueron los tenientes coroneles Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Joel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta Hernández y Jesús Ortiz Contreras. La toma de la región capital estuvo bajo la responsabilidad del teniente coronel Chávez Frías, quien dirigió las acciones desde el Museo Histórico Militar de La Planicie, y del teniente coronel Joel Acosta Chirinos, quien comandó las operaciones en la base aérea Generalísimo Francisco de Miranda, en La Carlota. Los combates en el Distrito Federal se iniciaron hacia las 11 p.m. del día 3 y los enfrentamientos más intensos tuvieron lugar en la residencia presidencial La Casona, en el Palacio de Miraflores y en la base aérea Francisco de Miranda. Otras acciones tuvieron lugar en el Fuerte Tiuna, donde se iniciaron las acciones golpistas, en las comandancias generales del Ejército y la Armada, en el Comando Regional núm. 5 y el Comando de Seguridad Urbana de la Guardia Nacional, la sede de la Disip en el Helicoide, en la sede de la Comandancia de la Policía Metropolitana en Cotiza y en Venezolana de Televisión (canal 8). A pesar de la magnitud del movimiento en la región capital, el presidente Pérez pudo sortear con éxito la situación, ya que a su llegada de Suiza estaban esperándolo el Ministro de la Defensa, general Fernando Ochoa Antich, y el Ministro de Interiores, Virgilio Ávila Vivas, quienes se habían trasladado al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, para desarticular un presunto operativo destinado a detener al presidente Pérez. Una vez en la residencia presidencial, Pérez recibió a las 11 p.m. una llamada telefónica de Ochoa Antich en la que era informado de un alzamiento en el Fuerte Mara en el Zulia, por lo que decidió trasladarse al Palacio de Miraflores, evadiendo por escasos minutos la captura de los golpistas. Posteriormente, a las 12 p.m. Miraflores fue atacado por tanques y por una unidad de paracaidistas, produciéndose intensos combates que derivaron en múltiples heridos y muertos de ambas partes. Nuevamente, el presidente Pérez logro huir de sus captores dirigiéndose al canal 4 de televisión (Venevisión), desde donde se comunicó con el país a la 1 a.m., informando acerca de la situación y condenando al movimiento insurreccional.

Finalmente, la rendición de los insurgentes comenzó una vez que las tropas leales retomaron el Palacio de Miraflores a las 4 a.m. y se prolongó hasta cerca del mediodía del día 4, cuando se entregó el líder de la operación, el comandante Hugo Chávez Frías. El presidente Pérez retornó al Palacio una vez que fue recuperado por las fuerzas del gobierno. Sin embargo, la situación en el resto del país no estaba controlada, ya que a diferencia de la región capital donde el movimiento insurreccional fracasó, en el estado Zulia había triunfado la operación denominada Reconstrucción 92. En tal sentido, su máximo jefe Francisco Arias Cárdenas, quien se desempeñaba como comandante del grupo de artillería misilística José Tadeo Monagas, había tomado a las 12 p.m. la casa del gobernador del estado Oswaldo Álvarez Paz, y desde la misma se proclamó gobernador militar del estado, dando a conocer a través de una emisora radial los motivos del golpe y los principios del MBR-200. Entre los principales puntos estratégicos tomados por las fuerzas de Arias Cárdenas, figuraban el puente sobre el Lago de Maracaibo, el cuartel Libertador, los destacamentos 33 y 35 de la Guardia Nacional, el Cuartel de Patrulleros de la Policía del Estado, la sede de la Disip, instalaciones petroleras de la costa oriental del lago, el canal II de televisión, etc. No obstante, en vista del fracaso de las operaciones en Caracas, Arias depuso las armas.

Aragua y Carabobo fueron otras regiones del país en las que actuaron los golpistas. En cuanto a Maracay, tenemos que se sublevaron 3 batallones de la 41ª Brigada de infantería Paracaidista y el batallón García de Sena, al mando del teniente coronel Jesús Urdaneta Hernández, y el batallón de cazadores General Vásquez, al mando del teniente coronel Jesús Ortiz Contreras. Los combates más intensos se escenificaron en el Cuartel Páez, a 2 cuadras del Palacio de Gobierno, en el Cuartel La Placera, y en la base Libertador. Los rebeldes rodearon la base, pero no lograron ingresar, pero no lograron ingresar en ella ni utilizar los aviones. En la guarnición de Valencia actuaron el batallón blindado Pedro León Torres, el grupo de artillería de campaña Lara, el batallón de apoyo José G. Lugo, una compañía de comunicaciones y una compañía de honor. Durante aproximadamente 15 horas los insurrectos controlaron varios puntos estratégicos de la ciudad, entre ellos el Comando Regional núm. 2 de la Guardia Nacional. El sometimiento de los alzados finalmente se consiguió hacia las 4 p.m. del día, tras la breve alocución a la 1p.m. de Hugo Chávez Frías, quien asumió la responsabilidad del movimiento y solicitó las fuerzas aún rebeldes de Aragua y Carabobo que se rindieran ante el fracaso de las operaciones en Caracas, para evitar mayores derramamientos de sangre.

Durante la mañana del día 5 de febrero de convocó a una sesión bicameral extraordinaria en el Congreso, con el propósito de presentar a la consideración del Poder Legislativo ante la aprobación por parte del Poder Ejecutivo de un decreto que establecía la suspensión de las garantías constitucionales en todo el territorio nacional, así como de un toque de queda. Por acuerdo de las fracciones parlamentarias se resolvió no debatir sobre la materia sino formular un comunicado de condena al intento de golpe. Sin embargo, para sorpresa de todos, el senador vitalicio Rafael Caldera, desatendiendo el acuerdo previo, pronunció un polémico discurso en que rebatió la tesis del magnicidio como motivo de la insurrección, al señalar que dicho movimiento respondía a una crisis más profunda de la democracia venezolana y sus instituciones. El discurso de Caldera se convirtió en un importante suceso político que le sirvió de plataforma para llegar a la presidencia de la República en diciembre de 1993. En cuanto al comandante Chávez y los oficiales de mayor rango involucrados en la insurrección, los mismos fueron recluidos en el Cuartel San Carlos de Caracas y luego en la Cárcel de Yare en los Valles del Tuy. A semanas de este intento, el Tribunal Militar II de Primera Instancia Permanente de Caracas anunció que había 133 oficiales (entre los cuales 24 fueron acusados de dirigir la rebelión y el resto de ser adherentes) y 967 soldados sometidos a la investigación. Con el tiempo, las causas de muchos de los militares presos fueron sobreseídas; otros fueron dados de baja, y otros indultados por el presidente Caldera en 1994 bajo la condición de solicitar su retiro de las Fuerzas Armadas, tal como sucedió con los oficiales que dirigieron la operación.

l 27 de noviembre de 1992: Las Instituciones en Crisis

El 27 de noviembre de 1992 se produjo un intento de golpe de Estado en Venezuela, el segundo de ese año (el primero ocurrió el 4 de febrero). A diferencia del alzamiento anterior, éste fue llevado a cabo por una grupo cívico-militar, integrado por altos oficiales de las 4 ramas de las Fuerzas Armadas, civiles pertenecientes a organizaciones revolucionarias y grupos opositores al gobierno de Carlos Andrés Pérez. De alguna manera esta segunda intentona, buscaba culminar con lo comenzado el 4 de febrero del mismo año por el teniente-coronel Hugo Chávez Frías y un grupo de oficiales graduación media. Los responsables militares de esta asonada, en contraste con la anterior eran militares de alta graduación tales como los contralmirantes Hernán Grüber Odremán (jefe de la operación) y Luis Enrique Cabrera Aguirre, el general de brigada de la Fuerza Aérea Francisco Visconti Osorio, el coronel del Ejército Higinio Castro y el mayor de la Guardia Nacional Carlos Salima Colina (los dos últimos participaron en la planificación del golpe, mas no en su ejecución). Por el sector civil estuvieron involucradas las organizaciones Bandera Roja y Tercer Camino, así como individualidades pertenecientes a las agrupaciones Frente Patriótico y críticos del gobierno organizados, de elevadas posiciones. Los principales enfrentamientos ocurrieron en el Distrito Federal en los estados Miranda, Aragua y Carabobo. La insurrección fue controlada por el gobierno el mismo día 27, provocando la rendición de los involucrados y la huida y posterior asilo en Perú de cerca de un centenar de los mismos.

En términos generales, en el fondo de los acontecimientos del 27 de noviembre se encontraba una grave crisis de dos instituciones que a partir del 23 de enero de 1958 se convirtieron en importantes garantes de la estabilidad de la democracia venezolana: los partidos políticos y las Fuerzas Armadas. En cuanto a los primeros, tenemos que a partir de fines de los años 80 se fue produciendo el desprestigio de la institución partidista en general, lo cual al confundirse democracia y régimen de partidos, condujo a una rechazo general de la democracia y de la política. Por otra parte, el bipartidismo que se instauró a partir de 1958 con el Pacto de Punto Fijo, también comenzó a ser cuestionado por su marcado control del poder. En tal sentido, a raíz de los sucesos de noviembre de 1992, los dos principales actores del Pacto de Punto Fijo, Acción Democrática y Copei, experimentaron dificultades institucionales. Muestra de la crisis experimentada por AD, fue la expulsión de una de sus principales figuras Carlos Andrés Pérez y su derrota en las elecciones de 1993, aunque cabe destacar que la misma se transformó en honrosa, ya que su candidato Claudio Fermín, quedó segundo en la contienda y además se mantuvieron como primer grupo parlamentario. La situación de Copei fue algo diferente, pues sufrió un duro golpe al ser derrotado en las elecciones presidenciales su candidato Oswaldo Álvarez Paz por su líder fundador Rafael Caldera. En tal sentido, Caldera y su recién creada organización partidista Convergencia (donde coincidieron los restos dispersos de la izquierda venezolana), se convirtió en un líder de las corrientes contrarias al bipartidismo. Esto como consecuencia de su discurso en el Congreso Nacional, luego de los sucesos del 4 de febrero, en el que señaló la falta de visión y vigencia de los partidos políticos, que presentaban ante la opinión pública una imagen de organizaciones cerradas ante las demandas de la sociedad.

Con relación a la otra institución garante de la estabilidad del sistema democrático a partir de 1958, las Fuerzas Armadas, con los alzamientos militares de 1992 quedó demostrado que la institución armada, había dejado de ser aquel elemento monolítico que a partir de 1958 funcionó como agente estabilizador del sistema democrático. Hecho que quedó demostrado con la derrota en los años 60's de los alzamientos militares izquierdistas conocidos como el "porteñazo" y el "carupanazo", lo que en su momento reforzó el papel institucional del Ejército venezolano y su unidad. En este sentido, una de las consecuencias inmediatas del 4 de febrero fue la sensación generalizada de cierta intranquilidad en el seno del ejército, lo que posteriormente se puso en evidencia el 27 de noviembre cuando estalló una nueva insurrección militar. Asimismo, con respecto al golpe de noviembre de 1992, hay dos aspectos que llaman poderosamente la atención. En primer lugar, tenemos la importante popularidad que tuvo el segundo alzamiento del año 92, lo cual se tradujo en el súbito apoyo del electorado caraqueño a Aristóbulo Istúriz, candidato de "La Causa R" (partido que según la opinión publica estuvo cerca de los golpistas), como alcalde de Caracas. No obstante, la popularidad obtenida por los insurrectos no implicó el apoyo directo de la población al golpe, es decir, las personas desoyeron los llamados a "echarse a la calle" para apoyar la insurrección militar. En segundo lugar, pese a que la segunda intentona pareciese más poderosa que la primera, y hubo combates más intensos entre las fuerzas leales y los insurrectos, los jefes de alzamiento no dieron la impresión de querer luchar hasta el final. De hecho uno de los oficiales más comprometidos en el asunto, el general Francisco Visconti, no quiso enfrentar las responsabilidades de su acción por lo que huyó en compañía de unos cuarenta oficiales rumbo a Iquitos , Perú.

Luego de 8 años de los sucesos militares del 27 de noviembre de 1992, han pasado muchas cosas, desde la elección de Hugo Chávez Frías-líder de la intentona del 4 de febrero de 1992-como Presidente de la República, la derogación de la Carta Magna de 1961 y la promulgación de una nueva Constitución (1999); pero persiste un clima de incertidumbre en cuanto al destino de Venezuela. Decimos esto, fundamentalmente por dos razones.

En primer lugar, por que si bien el bipartidismo en muchos sentidos distorsionó la función de los partidos Acción Democrática y COPEI como agentes canalizadores de las demandas de la sociedad y como impulsores de una profundización de la democracia en Venezuela; la crisis de ambas instituciones ha hecho que la coalición AD-Copei característica de los últimos 40 años, haya cedido su lugar a un sistema de partidos, en el que predomina una organización (representante del sector oficial) y en torno a la cual giran una serie de partidos dispersos (incluyendo a AD y COPEI) que pretenden contrarrestar su manejo monopólico del poder. En segundo lugar, a raíz de los golpes de Estado de 1992, hemos podido apreciar como los principales actores de dichos movimientos insurreccionales, se han convertido en los principales participantes en la vida política del país. En otras palabras, en los últimos 8 años la sociedad civil ha experimentado como el sector militar ha ido invadiendo parcelas que eran exclusivas de su ámbito. Ejemplo de esto lo tenemos cuando los militares han ocupado cargos (Presidencia de PDVSA) que están diseñados para civiles y que obviamente éstos pueden desempeñar de una manera más eficiente. Por otra parte, la militarización de la sociedad venezolana ha hecho que se haya querido imponer el tipo de organización castrense a la sociedad, lo que es característico de los países que a través de la historia han culminado en regímenes fascistas, tal como la Italia de Mussolini (1922-1945), lo que no deja de ser preocupante. No obstante, pese a lo señalado anteriormente, es muy difícil determinar a largo plazo cual será el destino de Venezuela.

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