lunes, 14 de enero de 2008

LEY DE AMNISTIA

on los olvidados de la sociedad venezolana y lo han sido también por la Ley de Amnistía. Juan Fernández vive a salto de mata, de un lado para otro; Carlos Fernández apenas llega a fín de mes y Pedro Carmona lleva casi 6 años en Bogotá. Hoy dos trabajos de “El Nacional” y “Notitarde” recogen declaraciones de estos exiliados políticos.

Este es el reportaje de Alfredo Meza en “El Nacional“:

En la tarde del último día de 2007, Juan Fernández, ex gerente de Planificación Financiera de Petróleos de Venezuela, estaba sentado frente a su computadora navegando en Internet. A esa misma hora, el presidente Hugo Chávez anunció la suspensión temporal de la Operación Emmanuel, y –algo que nadie esperaba– la promulgación de la Ley de Amnistía. Un amigo le avisó a través de un mensaje electrónico lo que estaba diciendo el jefe del Estado. “Mi familia pensaba que podía regresar al país”, recuerda Fernández. Fue un alivio muy breve.

Cuando vio a los familiares de Iván Simonovis, Lázaro Forero y Henry Vivas llorando a las puertas de la Disip, comprendió que la gracia presidencial no lo alcanzaría. Por un momento pensó que dejaría de vivir a salto de mata, como ocurre desde los primeros días de diciembre de 2004, cuando viajó a España para gestionar un cupo en la universidad a una de sus hijas y no pudo volver al país. Ha sobrevivido en Francia, Alemania y Curazao, donde vivió hasta principios de 2007.

“El entonces cónsul de Venezuela en la isla, Lorenzo Angiolillo, denunció que yo estaba conspirando con Estados Unidos para tomar la refinería Isla y construir un muelle de aguas profundas para proyectar una invasión a Venezuela“. Podría haber obviado esa alusión, pero cuando se llevaron de su casa una computadora y el teléfono celular, supo que tenía que irse nuevamente. “A la policía le pareció extraño el caso. Mis abogados me recomendaron que tomara mis previsiones. Antes de saltar el charco, decidí venirme a Miami”.

La mañana del pasado viernes, Fernández asistió a una cita con Antonio Ledezma, el dirigente del Comando Nacional de la Resistencia, quien vino hasta Miami para poner en la agenda local el alcance de una verdadera ley de amnistía. Ese día estaba especialmente taciturno. Es verdad que nunca ha sido excéntrico, y que en el tono de su discurso jamás brotarán las inflexiones del fanático religioso frente a su grey. Pero la incertidumbre de saber cuán lejos está la hora del retorno lo abruma.

“Me he sentido olvidado por la sociedad venezolana. Eso es parte del conflicto que vivo. La gente siente que como no tuvimos éxito con el paro es preferible olvidarlo“, dice.

Así que allí estaba, con su chemise negra a franjas delgadas horizontales y su pantalón de mezclilla, escuchando con aprensión el proyecto de Ledezma. Horacio Medina, ex gerente de Prevención y Control de Pérdidas; Carlos Fernández, ex presidente de Fedecámaras; Alexis Ortiz, ex alcalde de Lecherías, estaban entre los escuchas, sentados alrededor de la mesa principal del lobby. Todos ellos lamentaban que el perdón no los incluyera.

De ellos, es Carlos Fernández el que muestra con mayor sufrimiento el tormento del exilio. A modo de presentación, extiende una tarjeta con su dirección y teléfono. El ex presidente de Fedecámaras ahora es vendedor de bienes raíces en el sur de la Florida con la compañía Century 21, pero tiene, asegura, acuciantes problemas económicos. “Tuve que vender la casa en la que vivía en Venezuela. Tengo dinero para vivir seis meses más. A mediados de año tomaré una decisión acerca de mi permanencia en este país”.

Carlos Fernández se ha tenido que acostumbrar a cocinar para sus hijos, lavar ropa y los baños. Está en Miami desde abril de 2003 y la mala suerte lo persigue. La crisis hipotecaria ha convertido al mercado inmobiliario de Estados Unidos en un inmenso elefante. Ahora nada es como antes. “El año pasado apenas vendí una casa y un terreno. No me he comprado ropa desde hace cinco años”, se lamenta el empresario.

Juan Fernández : Salió de Venezuela en diciembre de 2004. Llegó a Miami en diciembre de 2007. Está imputado por rebelión, instigación a delinquir, agavillamiento, delitos de informática, corte de suministro de gas durante el paro petrolero de diciembre de 2002. Sobre él pesa una medida privativa de libertad.

Horacio Medina Vive en Miami desde enero de 2005. Está imputado por rebelión civil, instigación a delinquir, agavillamiento, corte de suministro de gas. “No existe en Venezuela, salvo el Foro Penal, una organización de derechos humanos que actúe en defensa de los derechos humanos de los perseguidos y presos políticos”.

Carlos Fernández Vive en Miami desde abril de 2003. Está imputado por rebelión civil, instigación a delinquir, agavillamiento y corte de suministro de gas.

Orel Sambrano, periodista de Notitarde conversó, a su vez, con Pedro Carmona Estanda, en Bogotá. Esta es la nota que, al respecto, publica hoy en el periódico valenciano:

El miércoles 9 de enero del nuevo año, desde Santa Fe de Bogotá, hablo telefónicamente con Pedro Carmona Estanga, quien desde hace casi seis años vive en esa ciudad como refugiado político, secuela de los hechos ocurridos en Venezuela en abril del año 2.002, cuando, después de comenzar a hacer frente al proceso judicial que se inició para establecer responsabilidades, escapó a los custodios de la Disip que vigilaban su residencia particular, lugar en el que permanecía detenido por órdenes de un tribunal, para solicitar asilo en la embajada de Colombia en Caracas.

Con amabilidad Carmona atiende mi llamada en su teléfono celular -cuyo número he obtenido gracias a las gestiones de un amigo común- y quedamos en desayunar en el hotel en el cual estoy hospedado a las ocho y media del día viernes 11 de enero, el mismo día en el cual, horas después, el presidente Chávez planteará la exclusión de las FARC y el ELN de la lista de organizaciones terroristas. De antemano sé que Carmona no concede entrevistas ni siquiera a la prensa colombiana, pero pienso que la peor diligencia es la que no se hace.

Carmona llega puntual a la cita, lleva camisa de vestir blanca con rayas grises y traje oscuro, pero sin corbata. Recién regresa del receso de fin de año y solo será este lunes 14 de enero cuando se reincorpore a las tareas que, a tiempo completo, desempeña en la universidad Sergio Arboleda de Bogotá, en donde regenta una maestría en Administración de Negocios que él mismo ha ayudado a fundar. Nos saludamos con cordialidad, luce contento; pronto sabré que su alegría es producto de recibir la visita de miembros de su familia.

Luego de consumir un jugo de mandarina le digo que pese a imaginar que la situación por la que atraviesan las relaciones entre Venezuela y Colombia derivada del tema del intercambio humanitario (a esa hora aun el presidente Chávez no había soltado ante la Asamblea Nacional de Venezuela su propuesta de reconocimiento a las FARC y al ELN como insurgentes y su exclusión de la lista de organizaciones terroristas) lo obligan a ser discreto, me gustaría conocer su impresión sobre la medida de gracia, la amnistía, decretada hace pocos días por el presidente Chávez que, por cierto, no lo incluye.

Por dignidad

Carmona me responde que se contenta de verdad por todos aquellos a quienes pueda aprovechar esa decisión que a él lo excluye, y lo lamenta por personas como los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, detenidos injustamente, y por muchos otros.

Por razones de dignidad -afirma con voz levemente quebrada- a pesar de lo duro que es vivir fuera de mi país de manera forzada, nunca daré una señal destinada a obtener una medida de gracia en mi favor, podría hacerlo por otros, como lo he hecho en otras oportunidades. Como lo hice personalmente ante el subdirector de la Disip, en presencia del embajador de Colombia, antes de abordar el avión que me condujo al exilio. En ese momento pedí clemencia para los agentes que custodiaban mi casa, cuando me vi obligado a escapar, a burlar su vigilancia, una vez que tuve el convencimiento de que no habría imparcialidad en los tribunales venezolanos para mí.

Prefiero, aunque sea duro, que el tiempo determine mi suerte -continúa diciendo Carmona- pues no sería digno de mi parte solicitar o dar señales de querer alguna medida de gracia para mí. El tiempo dirá lo que habrá de pasar con Pedro Carmona.

Vivir en el exilio

Pregunto a Carmona que es lo más duro en la vida de un refugiado político, de un asilado, de vivir en el exilio.

Me mira directamente a los ojos al tiempo que esboza una sonrisa triste y dice: casi todo es duro, muy duro. Vivir alejado de la familia, de los amigos; las privaciones económicas; pero tal vez lo más duro es estar condenado, por razones de prudencia, a no decir las cosas que pienso con toda claridad. Por agradecimiento a las autoridades de Colombia debo ser prudente en un momento en el cual las relaciones entre ambos países pasan por dificultades, y hago votos porque sean superadas.

Le digo a don Pedro -ese el trato que le he dado durante toda la conversación- que no tengo la menor intención de publicar algo que pueda complicar su permanencia en Colombia, pues simplemente quiero hacer una semblanza de cómo es su vida en Bogotá, que me interesa más el aspecto humano que el político y continuamos conversando durante casi dos largas horas. Cuando terminamos, el café del hotel estaba desierto. Hasta el hombre de la cuenta había desaparecido, aunque no por mucho tiempo. Pero, como es de suponer, durante esa larga conversación la política nos persiguió como la noche al día, y puesto que no utilicé grabador mientras platicaba con Carmona, y además, no quiero que por la interpretación que pueda hacer de sus palabras él pueda pasar un mal momento, o deba apurar otra copa amarga, le digo a lo colombiano: Vea don Pedro, hagamos una cosa, yo publico una semblanza suya y me limito a recoger sus palabras sobre el tema de la amnistía y el asilo, luego le mando por correo electrónico una serie de preguntas y usted verá lo que me contesta. Como no quiero tener en mis manos, sería mejor decir en mis dedos, los límites de su prudencia, hoy le envío una lista de preguntas junto con mis respetos, don Pedro.

Las respuestas a la lista de preguntas que ayer mismo envié a Pedro Carmona Estanga sobre distintos temas, incluso el surgido con posterioridad a nuestra conversación, relativo a la solicitud del presidente Chávez de excluir a las FARC y al ELN de la lista de organizaciones terroristas serán publicadas oportunamente en Notitarde apenas las hayamos recibido.

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